— ¡Hola! ¿Cómo estuviste ayer? ¿Ya más tranquila?
— Si, mucho mejor, el primer día es intimidante siempre, creo.Ya me voy haciendo a la idea. Encontré una ruta más rápida, el puente nuevo ayuda.
— Ah, que bien, una vez que aprendas los espacios de la cocina y donde se guarda todo, es más fácil hacer el trabajo.
Efrain hablaba con la nueva integrate de la cocina de un gran restaurante es un hotel lujoso de la zona hotelera, en Cancún. La chica nueva se llama Alicia y es un tanto tímida según estándares de la alta cocina. La gente suele ser más asertiva y de ideas más claras. Aunque esta chica es simpática y un tanto coqueta.
— ¿Y ya habías estado en una cocina antes?
— Sí, dos años en el hotel K….
— Oh, tan inocente no eres entonces eh. Ah, mira, ya llegó la Sofi.
En ese momento entraba una chica no mucho mayor que Alicia, de buen ver. Se veía bien vestida y llevaba una bolsa que parecía original y cara. Estaba también maquillada y con el cabello bien cortado y peinado. Todos los detalles cuidados.
— Pensaba que se llamaba Noemi.
— Sí, así se llama, Sofi es porque es tan sofisticada…
— Ah ya veo– dijo Alicia esbozando una sonrisa.
Entonces los vio Noemi y se acercó a hablarles.
— Hola chicuelos ¿Todo bien? ¿Cómo va tu estofado Efrain, ya te quedó mejor? Si hiciste lo que te dije ¿verdad?
— Hola Noemi, si, ya va quedando mejor, hay unos ajustes de cantidades que debo implementar, yo creo que en 3 o 4 iteraciones ya voy a cocinar un gran estofado.
— ¡Esa es la actitud! ¿Y tu, chica nueva, Alicia te llamas verdad? ¿Ya sabes dónde se guardan las especias?
— Si, me llamo Alicia, y también me dijo Efrain que las tienen por allá junto al refrigerador.
— Exacto, es la zona más seca de la cocina y con esta humedad, eso es algo relevante a considerar. Detalle importante, hay algunos otros, pero saldrán sobre la marcha.
En ese momento entraba Bernardo, el chef principal de la cocina. Los cocineros y ayudantes guardaron silencio y fueron hacia Bernardo formando un círculo alrededor suyo. Alicia también accedió, haciendo caso a la inercia.
— Hola equipo, espero hayan descansado hoy porque va a ser una noche pesadita, tenemos casa llena– después de unos aplausos de júbilo prosiguió– gracias, gracias. Pero no nos confiemos, justamente ahora es cuando debemos hacer nuestro mejor trabajo, los comensales esperan que les llevemos platillos de calidad y mira que suelen ser exigentes. Así que, supongo que todos saben su puesto, excepto quizá Alicia que es nueva. Ya saben, necesitamos eficientar la cocina, reducir tiempo, sin descuidar la calidad. Así pues, no los distraigo más y les dejo hacer su trabajo. Alicia, ¿tienes un momento?
— Si, claro, ¿qué pasó?
— ¿Cómo vas, todo bien? ¿Ya te acoplaste?
— Si, más o menos.
— Ok, pues necesito que te pongas decidida a sacar esos platos. Ya sabes donde se toman los pedidos y donde está todo en la cocina. Buenos, pues da lo mejor de ti.
— Si, gracias.
La noche de trabajo fue pesada, pero tratable. Alicia debía acostumbrarse de nuevo al ritmo de trabajo pues había estado fuera unos meses. Al final de la jornada suspiró aliviada y se quedó un rato en la cocina. Quería repasar un poco recetas del menu que no conocía bien. Noemi, que ya iba de salida la vio ahí estudiando. Le habló a lo lejos.
— Nos vemos chica nueva, lo hiciste bien, no te desveles demasiado.
— Solo quiero repasar unas recetas que no conozco. Hasta mañana.
Se quedó dos horas más. Llegó a casa cuando casi amanecía. Tenía unas horas para dormir. Vivía con una compañera de departamento el cual rentaba y estaba en el centro. Su compañera estaba bien dormida cuando llegó Alicia en la madrugada. A la mañana siguiente su compañera estaba desayunando cuando vio salir a Alicia medio dormida.
— ¡Uy, que cara tienes! ¿Pues a qué hora llegaste?
— Cuando llegué comenzaba a amanecer.
— ¿¡Qué!? Es malo para ti no dormir bien ¿sabes? No lo hagas seguido y más si vas empezando.
— Lo se, lo se, es que quiero saber más de memoria las recetas.
— Pero no te va a ayudar a la memoria dormir poco, al contrario ¿Y qué vas a hacer ahora?
— Voy a salir a correr un poco.
— Ok, pero ve por la sombra que está canijo el sol.
— Si, que te vaya bien.
— Gracias.
Después de desayunar muy ligero, Alicia se puso su usual indumentaria para hacer ejercicio y salió a la calle. Corrió 5 kilómetros, lo sabía pues tenía un reloj que mide la distancia corrida. Estaba descansando después de su entrenamiento, agachada, con las manos en las rodillas asesando cuando vio pasar un camión de catering. No pudo evitar pensar que ese era un futuro posible si no se aplicaba en la cocina. Odiaba la perspectiva de tener que bajar a ese nivel. Le había costado llegar hasta esa nueva cocina, había estudiado en la universidad y se había esforzado siempre por ser la mejor. Sabía que su situación actual era temporal, con el tiempo podría cambiarse sola y vivir más cómodamente.
Por la tarde se arregló para ir al trabajo y se fue en su coche que tenía desde la universidad. Al llegar vio que Efrain estaba sentado en un taburete de cocina, viendo su celular de manera horizontal.
— ¡Hola Efrain! ¿Qué haces? ¿Qué ves?
— Hola, veo mi telenovela.
— ¿Ah si, cuál es? ¿En que está ahora?
— Se llama “Pasión en el Golfo”. Ahora están viendo que el papá tenía negocios que pueden afectar el porvenir del heredero. Está buenísimo. Ay no, ahí viene esa…
Llegó Noemi bien arreglada como siempre.
— Hola chicos, ¿cómo están? ¿Y qué estás viendo ahora? No me digas que sigues viendo esa telenovela.
— Algunos que no somos tan sofisticados podemos apreciar las historias.
— Yo también la aprecio, pero de manera irónica, siempre es la misma perorata sin nada de contenido. A ver, no me digas, una chica en apuros se enamora de un rico heredero y tienen que sobreponerse a la sociedad.
— ¿Y qué tiene?
— Pues que puedes instruirte mejor, hay historias de mayor calidad. ¿Leíste la novela que te comenté?
— No me gusta leer.
— Ya me doy cuenta. Mira, no me lo tomes por engreída, te lo digo como amiga, ese libro está muy bueno, una o dos cosas sacarás de él. Además la literatura ha pasado por la prueba del tiempo y se ha mantenido porque tiene historias que son profundas y bellas.
— Okey, bueno, déjame termino este capítulo.
— O deja que yo te cuente una historia, seguro me sale mejor que la que estás viendo.
— ¿Ah si? ¿De que la harías pues?
— Mmmm, una maniobra internacional para detener la insurgencia de un grupo que llevará a la guerra civil a un país.
— Bueno, suena interesante al menos.
Alicia veía ese espectáculo entretenida. En eso estaban cuando llegó Bernardo y se juntaron todos alrededor suyo.
— Hola a todos, lo hicieron bien ayer, pero he notado que nos enfocamos demasiado en la calidad de nuestros platillos y los comensales quieren que se les sirva a tiempo. Así pues, tenemos que bajar aún más los tiempos. Quiero una cocina de excelencia que combine calidad con eficiencia ya saben todos su trabajo así que manos a la obra. Hay que preparar la cocina para la hora de los comensales. Una cosa más, recuerden que soy una persona abierta al diálogo, cualquier sugerencia que sea para mejorar es más que bienvenida.
Alicia fue a su lugar y cocinó esa noche. El haber estudiado las recetas le sirvió, ya no tenía que revisar tan a menudo el recetario. Sin embargo, notó que se tardaba un poco y que las comandas se le acumulaban. Noemi le echó la mano algunas veces para sacar los pedidos más rápido, pero ella misma tenía sus comandas, por lo que no podía ayudarla demasiado. Terminaron el turno cerca de media noche. Como era viernes quedaron en ir por unas cervezas. El lugar estaba cerca de la zona del Coco Bongo. Hubieron algunas risas y se pudieron conocer mejor los miembros del personal de cocina.
La temporada era alta, así que había afluencia de comensales y el trabajo era intenso. Bernardo había corregido algunas veces a Alicia, pero ella sabía que eran gajes del oficio. Ella, por su parte se sentía útil aunque a veces le parecía pesado el ambiente. Ya había dominado el menú de manera general, pero le quedaban detalles. Había por ejemplo, una sopa que no le salía del todo bien. Una vez se la devolvieron con la escusa de que le faltaba condimentar. Esto no le gustó nada a Bernardo, quien según pensaba Alicia, se había vuelto más estricto con ella. Una semana después le volvieron a regresar la misma sopa. Bernardo se enojó
— ¿Otra vez? ¿Pura sopa enlatada conoces? Es por tanto tiempo en el celular seguro. A ver, déjamelo a mi.
Alicia no supo responder a esa situación, sintió mucha frustración e ira contra si misma. No pudo mantenerse serena y salió de la cocina a la puerta de afuera, que daba a un patio del hotel. Era raro, no sentía que ella fuera una persona tan voluble pero esta situación pudo con ella. Sentía que se quedaba sin aire. Unos momentos después se tranquilizó pero seguía angustiada. Noemi salió tras de ella. Cuando llegó la encontró agachada y con la cabeza entre las manos, jalándose el cabello.
— Ahí estás, oye ¿qué pasa?
— Ya no puedo con esa sopa y este trabajo. Creía que era buena en lo que hacía pero creo que me equivoqué, soy igual que cualquiera cocinando.
— Oye oye, tranquila, no exageres. Una sopa puede dificultársele a cualquiera, incluso al mejor cocinero.
— Si, pero yo quiero ser mejor y que me salga todo el menu.
— Ya dominas gran parte, llegarás a esa sopa, estoy segura.
— ¿Entonces porqué me trata así Bernardo? Me quiere correr.
— No, no, es medio cabezota, quiere todo perfecto, pone presión y la verdad no ayuda demasiado a aprender.
— Pero es que no sabes, estuve sin trabajo un tiempo y no aproveché para practicar más. Fui a la universidad. ¿qué le voy a decir a mis papás si me corren?
— No va a pasar eso. Y si pasara ¿Qué importa? Buscas otro. No se que tiene tu generación que le da una importancia enorme a la perfección. Mira, todos pasamos por un proceso de aprendizaje que cuesta trabajo. Hasta Bernardo tuvo que pasar por ahí te lo aseguro.
— Pero es que la competencia es dura.
— Si si, lo se. Pero te estás culpando por cosas que no controlas. Mira, a todos nos gustaría que la economía fuera mejor, que no hubiera corrupción pero no vas a poder cambiarlo todo. Preocúpate por lo que vale la pena. Y te digo, muchas veces no gana el chef que tiene la mejor técnica, sino el que cocina con amor y desde el corazón. Eso se nota en el plato. Además no eres tan importante. Aunque me veas así, no me voy a fijar al detalle en todos tus errores, no son tan trascendentes. Tan solo eres una parte de la humanidad. Así que ven, dame esa mano, levántate.
Alicia le dio la mano, Noemi la ayudó a levantarse.
— Ven acá.
Noemi abrió los brazos y abrazó a Alicia. Hacía tiempo que no la abrazaban. Se había ido de casa y desde que vacaciones que fue a la casa de sus padres nadie la había abrazado y menos así de fuerte.
— ¿Ya mejor?
Alicia asintió con la cabeza, esbozó una ligera sonrisa.
— Bien, vamos de vuelta.
Regresaron a la cocina, seguía el ajetreo de la noche. Bernardo las vio de lejos. La jornada de trabajo continuó de manera usual.
A la mañana siguiente Alicia se puso su indumentaria para hacer ejercicio. Salió a correr pero esta vez solo pudo correr 3 kilómetros, se le acabaron las fuerzas y por más empeño que puso, no pudo dar un paso más.
Una semana después Bernardo mandó un mensaje a todo el personal de la cocina citándolos a las 6 en punto en la playa del hotel donde estaba el restaurante. Alicia llegó a tiempo, estaban todos reunidos. Estaba atardeciendo. Bernardo tomó, como de costumbre, la palabra.
— Se que ha sido una temporada pesada de trabajo y les quiero decir que lo han hecho bastante bien. Siento que he sido un poco duro con ustedes y me disculpo si se me ha ido la mano. Si lo he hecho es porque quiero que den lo mejor de ustedes. Miren para allá ¿qué ven?
— ¿Playa? — dijo alguien.
— ¿Qué más? — preguntó Bernardo.
— ¿Hoteles?– dijo otra persona.
— Yo veo trabajo, convicción, entereza –prosiguió Bernardo– ¿Saben que no tiene mucho tiempo que se fundó esta ciudad? En 1970 esta era una isla desierta y miren ahora, llena de hoteles, restaurantes, negocios, llena de vida. Les aseguro que no salió siempre perfecto el trabajo, que hubo que rectificar el rumbo en muchas ocasiones, pero aquí está. Yo se que cada quien tiene sus problemas y necesidades particulares muy válidas, pero el gran proyecto, el gran diseño nunca hay que perderlo de vista. No solo les pido que trabajen a mi lado, sino que sueñen a mi lado pues individualmente tenemos nuestras limitaciones pero juntos, juntos podemos lograr lo que sea. ¡Ahora de vuelta a la cocina!
Todos aplaudieron. Alicia se sintió especialmente conmovida. Al día siguiente Alicia salió a correr, corrió 7 kilómetros.
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