Niall está sentado en el pub a donde suele ir cuando no le salen las cuentas. No es que deje de trabajar sino que trae el lápiz y papel aquí para darle otra pasada a sus cuentas. La cerveza, según él, le da ese toque de creatividad necesario a veces para salir del atolladero. Justo ahora trajo la laptop, tiene que hacer unas pruebas para ver si la actualización del experimento al que le ha dedicado muchos años es viable. Un observatorio de neutrinos en el polo sur, experimento masivo en su tamaño y alcance. No solamente detecta los neutrinos sino que también indica su trayectoria y su energía así como otras propiedades de estas partículas. Está sentado en una cabina en una esquina, él solo con su computadora y sus cuentas. Tiene que calcular la visibilidad de eventos de detección. Parece ser que la cerveza le hizo efecto y su problema con el que no podía lidiar está cediendo cada vez más. “No está tan complicado una vez que se entiende” piensa y ríe y para sus adentros “obviamente”. En eso estaba cuando escucha a un comentarista de fútbol gritar porque casi mete gol un equipo. Al mismo tiempo voltea y ve que todo el pub está viendo hacia un lado y la mitad de los presentes se lleva las manos a la cabeza. Las bajan un momento después un tanto decepcionados.
Niall exhala con desprecio y piensa “entretenimiento de trogloditas”. Sigue haciendo cuentas a pesar de la distracción. Va a necesitar hacer ajustes finos y hacer unas simulaciones numéricas obre partes específicas del experimento. “Vaya, si es bastante trabajo, sin contar el hecho de conseguir financiación”, pensó. Después de un rato en relativa paz, volvió a escuchar la excitación del comentarista en el televisor, seguido de lo cual escuchó el esperado grito de gol y el estallido de furor en el pub. Soltó otra molesta exhalación y pensó que no podría seguir trabajando allí en ese momento. Guardó la computadora y todos sus papeles en su mochila y se preparó para salir. Ya iba de salida cuando vio a Robert, un colega, sentado viendo el partido. Robert lo vio a él y le saludó. Se levantó Robert y le habló.
— ¿Qué tal Niall? No sabía que vinieras a este pub.
— Si, a veces vengo a trabajar aquí, me despeja la mente.
— Oh, interesante. ¿Y ya terminaste, no vas a ver el juego?
— La verdad no soy muy fanático del fútbol que digamos, además no se ni quién juega.
— No pensé que fueras tan fresa. Vamos compañero, tómate otra, son octavos de final y juega no otro sino los locales, los nuestros, el Manchester United.
La verdad que lo llamaran fresa desarmó a Niall, él se consideraba una persona nada engreída, pero la verdad sí despreciaba un poco al fútbol.
— Hmm, bueno, supongo que puedo tomarme otra pinta.
— ¡Fantástico! Ven, trae esa silla.
Niall se sentó al lado de Robert y observó el partido. El estar ahí escuchando al público presenciar el partido lo llenó de una extraña emoción cada vez que el balón rozaba la portería. Después de preguntarle a Robert y tras varios sucesos, entendió la misteriosa regla del fuera de lugar.
Entendió un poco la pasión que sentían los demás por aquel juego. A decir verdad fue un buen juego, al final quedaron 3-2, el Manchester United le ganó al Newcastle. Niall salió emocionado de aquel pub. Robert notó su entusiasmo y le dijo que si quería podría acompañarlo al estadio a ver en vivo un partido, ya que él tenía boletos para la temporada, solo que por un evento, no pudo ir esta vez al estadio.
Seis meses después Niall ya era un aficionado del fútbol y fanático del club Manchested United. Había asistido a varios partidos en vivo y había disfrutado la victoria del torneo. Entendía ahora y vivía la pasión por ese deporte, aunque pensaba que no se transmitía correctamente todo lo que acontecía en la cancha del juego.
Un día estaba en su oficina en la Universidad y decidió abrir su correo electrónico en el que venían noticias que cambiarían sus planes: había sido elegido para ir a hacer cambios in situ en el IceCube II, el gigante detector de neutrinos en el polo sur. Esa situación lo asustaba un poco, era mucha responsabilidad, sin embargo prefería ir personalmente para revisar que todo estuviera en orden. Ya sabía los cambios que se harían, así como el material que se necesitaba implementar, después de todo él había ayudado a desarrollar los nuevos detectores para la ampliación del experimento. Decidió esperar un poco y no responder en seguida. Fue a casa, vivía solo en un departamento con su perro Max. Llegó a casa y saludó a su alegre amigo que lo esperaba para salir a dar la vuelta. Caminando a fuera con Max se dio cuenta que esa oportunidad la tenía que tomar y que aunque fuera un gran cambio, podría sobrevivir unos meses en la Antártica. Además no estaría completamente solo, era parte de un equipo. Su único problema era encontrar quién cuidaría de Max. Pero tenía seis meses para arreglarlo todo, podría dejarlo con sus padres o su hermano. Posiblemente lo que más causaba problema de aquel cambio era que no podría disfrutar de su nueva afición al fútbol en vivo y a todo color, eso y el frío extremo, claro.
Arregló todo lo necesario sobre su departamento y sus clases en la Universidad. Dejó a Max con su hermano, ya lo había cuidado por intervalos más cortos de tiempo, por lo que no sería descabellado cuidarlo los siete meses que duraba la expedición. Así también habló con Charlotte, la chica con la que salía. Quedaron en buenos términos, pero decidieron que lo mejor sería separarse, aquello no aguantaría la distancia.
Así pues, tomó el avión hacia aquella aventura. Fueron varios, de hecho, hasta llegar a Argentina. Ahí conoció al equipo de ciencia y técnicos que irían a aquella expedición. Estaban en el hangar donde tomarían el avión Hércules que los transportaría hasta la base de operaciones del experimento. Se les indicó que tomaran asiento en unas sillas que estaban de frente a un fondo blanco y había un proyector prendido con el que se veía una imagen del logo del experimento IceCube II. Niall llegó a la segunda fila y de su lado izquierdo había una chica que de inmediato le llamó la atención, la vio directamente y ella volteó a verle. Niall le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
— ¿Está ocupado?– Preguntó Niall indicando un asiento al lado de la chica.
— No, no está.
— Gracias, me llamo Niall, mucho gusto– dijo sentándose.
— Irene, encantada.
— Somos varios eh, ya creo que para un proyecto de tal envergadura se necesitan muchas manos.
— Y sus mentes también.
— Sí, claro está ¿y eres física?
— Así es, aunque mi parte aquí es más técnica, me encargo del software y la sincronización de las señales con el módulo central.
— Interesante, yo igual soy físico pero vengo por el área más experimental, supervisando la colocación de los nuevos detectores y haciendo calibraciones.
— Oh, brillante. ¿Y estás en el equipo desde el IceCube I?
— Sí, pero solo en la parte teórica y analizando los datos que mandaban, nunca había ido al lugar del experimento.
— Ah, ya veo, ¡emocionante eh! yo a penas me sumo al proyecto.
— Ya lo creo, nada como estar ahí presente. Ojalá nos lleven a conocer los pingüinos.
— ¡Claro! No siempre va uno a la Antártica.
— Así es. ¿Y sabes quién hablará ahora?
— Frederick Hoover.
Hoover era el líder del equipo en tierra y uno de los mayores recaudadores para la fase II. Esa información, junto con otros datos lo enviaron por email días antes. Entonces Hoover, un hombre rubio, alto y regordete pasó al frente. Llamó la atención su cara como de molesto. Llevaba una gorra un tanto ridícula. Llegó al frente e hizo señas para que todos se sentaran y guardaran silencio.
— Hola a todos, bienvenidos a esta nueva fase del experimento IceCube. Creo que todos sabemos más o menos nuestra labor. Esperamos llegar al sitio y taladrar, taladrar el hielo para después proceder y colocar los sensores en su debida posición. Sencillo en papel, un hermoso proyecto sin duda, un grande y hermoso proyecto. Les digo que taladraremos mil metros en el hielo y pondremos estos maravillosos sensores, miren, aquí traigo uno de muestra.
Después dio la señal para que pusieran un video. Al ver que se trababa el video se enojó.
— ¡No funciona esta porquería! ¡Producción, arréglenlo! Perdón, no soporto esos detalles. ¿En qué estaba? Ah si, pues ahora que les pueda mostrar un modelo del experimento completo repasaremos las principales tareas a seguir. Pero tengan por seguro que será un detector grandioso y sorprendente, en fin, será un detector americano.
Después de aquella introducción prosiguió a hablar de detalles técnicos sobre como iba a ser la construcción de la ampliación del experimento y que parte le tocaba a cada quién. Posteriormente se levantaron todos de sus asientos y prosiguieron a abordar el avión Hércules que los llevaría hasta la base del experimento. Niall, al notar que se sentaba sola, se sentó al lado de Irene.
— ¿Puedes creer a este tipo?– dijo Niall al sentarse.
— Lo se, es tan grosero que no se si me dio más enojo o risa.
— Ya lo creo, pensaba que era ridículo solo de verlo, ahora al escucharlo estoy convencido que lo es. ¿Cómo es que ese es el líder del equipo internacional?
— No tengo idea, supongo que sabe negociar y consiguió muchos fondos. Hoy con nuestro mundo caótico es todo un arte.
— O aprovechó una falla.
— De una cosa estoy segura: en esta excursión no faltarán las risas.
— Esperemos que las risas ganen sobre los enojos.
Vieron por su ventanilla y contemplaron el gran continente de hielo. Horas después aterrizaron. Al salir del avión vieron tres edificios literalmente en medio de la nada. Iban bien abrigados, claro está. Sus cosas junto con más cargamento se llevaría en un carro de carga especial que venía en el avión. Haría varios viajes para bajar los suplementos del lugar así como el equipo técnico. Hacía falta hacer otro viaje con el avión para traer las máquinas excavadoras. Llegaron y se instalaron en sus dormitorios. Había dormitorios individuales. Cada quién fue a dormir a su cuarto que aunque tenía ventanas, también tenía gruesas cortinas para simular la noche en ese eterno día del polo sur. Al día siguiente comenzarían los trabajos de reconocimiento de las instalaciones así como los preparativos para hacer actualizaciones. Al decir día uno se refiere a una forma de hablar pues Niall solo sabría que la noche había pasado al escuchar el despertador. No había podido dormir muy bien, todavía ajustándose a su nueva realidad. De todas formas se levantó, se vistió y fue al comedor. Ahí vio que Irene esperaba en la cola para servirse el desayuno mientras Frederick Hoover le hacía plática. Niall se formó y esperó su turno, se sirvió y después al buscar mesa Irene lo saludó y se sentó frente a ella, quien tenía a su lado a Frederick. Al verlo sentarse se presentó Frederick.
— Mucho gusto Doctor…
— Niall, Niall Springer.
— Encantado, ¿usted viene a qué área?
— A supervisar los nuevos detectores y calibrarlos.
— Ah, muy bien, le decía a Irene que hay mucho trabajo que hacer, esta ampliación promete arrojar muy buenos resultados, lo cual sería muy bueno para la fundación.
— Si claro, creo que podemos ver más eventos y a mayor detalle.
— Excelente, me agrada oír eso, oh, tengo que hablar con aquel sujeto, disculpen.
Frederick se levantó y se fue a otra mesa a hablar con otra persona.
— No parece tan mal tipo después de todo, ¿de qué hablaban?
— No se si está muy interesado en bases de datos o quiere tocarme.
Niall abrió los ojos asombrado. Después continuó:
— Ok, creo que no te cayó muy bien.
— No mucho.
Niall e Irene se habituaron a sus tareas correspondientes en poco tiempo. Sabían hacer su trabajo. Todo avanzaba según el cronograma. Los días pasaban pero ellos se acostumbraron a su rutina Antártica, pues de una manera u otra había que lidiar con el frío extremo. Se veían en el comedor a la hora de la comida. Ya habían conocido a otros miembros del equipo, además de Hoover, pero entre ellos había habido una química potente y se procuraban. La primera vez que hicieron el amor Niall recordó que estaban en la Antártica y que las condiciones atmosféricas son equivalentes a estar en la cima de una montaña de 3500 m sobre el nivel del mar, por lo que se cansaba más. Pero no estaba en muy mala forma así que pudo hacer su papel satisfactoriamente. La verdad es que estar tanto tiempo aislados era duro pero tener la cercanía de alguien más hacía todo mucho más llevadero. Niall consideró que estaba en el extremo del mundo, construyendo una máquina enorme que permitiría detectar partículas que vienen de lo profundo del cosmos, que les revelarían eventos que de otra forma pasarían inadvertidos.
— ¿En qué piensas?– Preguntó Irene.
— Nada– contestó Niall.
Así pasaron las semanas, había mucho trabajo que hacer. Hoover se enteró del romance de Niall e Irene y refunfuñó un poco, pero después se hizo el indiferente. El verano casi pasaba y con ello su estancia ahí. Hoover citó a todo el mundo a una junta en el pequeño salón de seminarios del edificio habitacional.
— Gracias por venir, tengo que decirles que han hecho un gran trabajo, hemos logrado casi terminar el proyecto sin retrasarnos demasiado de la agenda. Les quiero decir que hice cálculos ayer y me di cuenta que si subimos al máximo el voltaje de los detectores aumentaríamos la detección de neutrinos en un 20 %. Así que hacemos eso.
Niall replicó:
— Frederick, no, lo siento, aunque aumente la detección es equipo muy delicado, podrías freír todo el experimento.
— Creo que vale la pena, un 20 % más, piensa en los premios Niall.
— ¡Pero lo estás echando todo por la borda!
— Yo creo que es una idea genial.
A pesar de las objeciones, la idea de Hoover se impuso, tenía fama de ser un bully e hizo como quiso. Después de la reunión Niall seguía molesto y habló a solas con Irene.
— Niall, no te alteres tanto.
— ¡¿Cómo no me voy a alterar?! ¡Quiere echar todo a perder!
— Algo se puede hacer.
— Te diré lo que haré. Subiré el voltaje del IceCube II, la fase I la dejaré igual. Así si se quema al menos nos quedará el experimento original.
Subió el voltaje y por dos semanas en lo que hacían calibraciones todo marchaba bien. En efecto, se percibieron más detecciones en ese tiempo. Un día durmiendo Niall soñó con Hoover, se le notaba desesperado y angustiado, se reprochaba algo pero no entendía bien que era. Lo vio corriendo así, en unos campos desolados. Despertó Niall al día siguiente con una sonrisa en la cara. Llegó a desayunar y no vio a nadie. Finalmente fue a la sala de control y encontró a todo el mundo con un aspecto sombrío. Se acercó a George M, un compañero y le dijo:
— Lamentablemente, tenías razón, se quemó casi todo el IceCube II, quedan funcionando algunos detectores dispersos.
— ¿Dónde está Hoover?
— No se, nadie lo ha visto.
Se pusieron a buscarlo por todo el plantel sin encontrarlo. Niall decidió salir en el camión cargador a buscar a Hoover en medio del hielo. Después de 20 minutos de búsqueda vieron una chamarra roja en el suelo. Era él. Lo rescataron minutos antes de la muerte por hipotermia. Lo regresaron al edificio habitacional. Viviría pero ya no sería nunca líder del experimento. Se fue con el primer viaje del Hércules de regreso a Argentina. Ahí lo tratarían mejor.
En efecto, pasarían años para reparar el daño al experimento, sobre todo para explicar porqué había que invertir casi todo nuevamente. Sin embargo, se pudieron juntar los fondos. Niall e Irene continuaron su relación a distancia hasta que Irene se mudó a Manchester y ahora van ambos al estadio a ver jugar al Manchester United.
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