El Dune que si fue

La reciente conclusión de la adaptación cinematográfica de una novela que ya tiene sus años (publicada en 1965) cumple su cometido. Y su cometido, hay que mencionarlo, no era cosa fácil. Empezando por la novela, galardonada con el premio Hugo y Nebula, los mayores reconocimientos de la ciencia ficción. La novela se hizo un nombre de leyenda que devino en una saga literaria que hoy es un referente al pensar en ciencia ficción. Habiendo leído solamente el primer tomo, tal vez no estoy en condiciones de escribir nada al respecto, tal vez cada línea escrita debe estar soportada por un corpus lo suficientemente nutrido. Yo creo que no es el caso. La razón es que siempre se escribe desde una óptica que es la del autor. Por tanto, la visión que se tenga sin acceso a la saga completa, sesgada, será particular. Así pues, a sabiendas, acometo a la reseña de una película basada en un libro legendario.

La presente entrega cinematográfica es la gran puesta en escena de una película intentada por lo menos dos veces anteriores: un intento fue el de David Lynch quien en 1984 dirigió una versión de Dune que generalmente se considera fallida. Actuaciones rígidas, falta de consistencia y en general una falta de trasfondo espiritual son algunas de sus fallas. Hay un corte de la película en la que se narran eventos en lugar de mostrarlos, lo cual no queda muy acorde al resto, eso nos da una idea de lo que fue esta puesta en escena. Sin embargo, Lynch no estaba en su elemento y no tuvo la suficiente libertad creativa para lograr una mejor película.

El otro famoso intento de representación cinematográfica fue el de Alejandro Jodorowsky, aquel artista comprometido a tal grado que no nos dejó disfrutar de la ficción de estar presenciando una película alguna vez… Así también hizo su propio esbozo de lo que sería una versión de Dune bajo su dirección. Ya tenía cierta trayectoria cinematográfica cuando se le presentó el proyecto, pero al final no se concretó, incluso existe un documental sobre el tema. Su demás trabajos nos dan testimonio de un artista sumamente experimental cuyas historias están repletas de significaciones diversas. Seguramente hubiera sido muy interesante, por decir poco, ver una adaptación de tan mítica novela. Jodorowsky contaba con un gran elenco: Orson Welles, Mick Jagger, David Carradine, incluso Salvador Dalí.

Pero hablemos de la presente representación. Ya se tiene una idea del significado de hacer una versión nueva de Dune: conlleva un peso relevante. La tarea no la acometió un cineasta inexperto, ni más ni menos que Denis Villeneuve quien ya nos había entregado obras de ciencia ficción contemporáneas, como lo son Arrival y Blade Runner: 2049. La primera es una historia de contacto alienígena con un aura de misterio con respecto a la forma de comunicarse en dicho caso. Es decir, trata sobre entender el lenguaje de los extraterrestres y como eso cambiaría la perspectiva humana. Por otro lado, Blade Runner: 2049 es una historia cyberpunk que es secuela del clásico ochentero de Ridley Scott.

Volviendo la película como tal, la historia nos pone en una galaxia cuya organización política es de un feudalismo espacial. Los viajes espaciales que hacen posible el imperio galáctico tienen como combustible la especia, sustancia milagrosa que proviene de un solo planeta: Arrakis, o Dune se le suele llamar. Esto convierte a Arrakis en una enorme fuente de riqueza, que ha sido administrada por mucho tiempo por la casa Harkonnen. El emperador decide cambiar el mando de la administración de Arrakis a otra gran casa: los Atreides del planeta Caladan. Entonces, empezamos en un Caladan verde y húmedo. Cabe destacar el diseño de los edificios, así como de las naves. Es todo muy sobrio y funcional, casi parece que no hay utilería de más. Enormes espacios abiertos y líneas rectas: una visión de futuro. Los muebles que llenan las habitaciones estorban. Sin embargo sí hay arquitectura, los entornos son acogedores, vivibles.

Damos un salto estelar y llegamos a Arrakis, Dune. De una gran nave salen otras pequeñas, esos poliedros de autopropulsión misteriosa. Notable es el símil de espermatozoides invadiendo un óvulo: las pequeñas naves Atreides que descienden sobre Dune.

A la llegada a Dune suenan gaitas, lo que revela el símil Caladan-Caledonia. Aquí están los extranjeros de una tierra húmeda en el duro desierto. Los Atreides no tardarán en darse cuenta de la pobre situación en la que les han dejado los Harkonnen: pocos silos para guardar la especia y equipo defectuoso para extraerla. Todo propiciaba la derrota Artreides.

Mientras, se nos muestra a los Harkonnen, en su planeta Geidi Prime. Hay que notar aquí que el planeta de los Harkonnen tiene una apariencia completamente distinta a Caladan, es amenazante y oscuro, ominoso. Parece, como era el plan original de Jodorowsky, salido de la mente H. R. Giger, quien también inventó a los aliens de la franquicia ‘Alien’. Los muros sobrios y la dominación de lo negro. Así también, podremos ver en la segunda película que la luz solar solamente deja ver blancos y negros. Dicha luz nos da pista de la visión de mundo de los Harkonnen: sin poder ver matices, solo hay blancos y negros.

Regresando a Arrakis, los espacios interiores tiene una estética propia, pero en las líneas que ya hemos visto en Caladan, amplios espacios, una visión similar de futuro. Los Fremen, la gente local asocia una antigua profecía con los recién llegados: llaman a Paul Atreides el ‘Lisan Al-Gaib’, un elegido que llevará a Arrakis a una nueva era de prosperidad: un paraíso.

Como es bien sabido, sucede que los Harkonnen se asocian con los Sardukar, el ejército imperial y deciden atacar a la casa Artreides. Apresan al duque Leto Atreides, quien a su vez, en una confrontación, casi mata al barón Vladimir Harkonnen al momento de morir él mismo. Jessica y Paul, concubina e hijo del duque, respectivamente, deben huir y exiliarse en el desierto. En el desierto se encontrarán con un grupo de Fremen, liderados por Stilgar. Hay un enfrentamiento en el que Paul demuestra su valentía y su destreza en la lucha, por lo que se gana un lugar entre los Fremen. Hasta aquí la primera entrega.

La segunda parte nos narrará el devenir de Paul Atreides en el desierto. Aquí vemos una resistencia heroica en contra de los viles Harkonnen. Así también, Paul aprende las maneras de los Fremen, absorbiendo los recuerdos de su pueblo. Aquí el personaje de Paul entra en conflicto, ya que se enfrenta con la realidad de ser considerado un mesías que llevará a mucha gente a la guerra. Así también sabe que debe tomar acción y aprovechar su situación. Se enamora de Chani y le llega a tener un aprecio profundo a los Fremen.

En medio de esta situación decide que no tiene motivo para dudar y asume su papel. Se autonombra Muad’Dib y con Stilgar como mentor, guía a los Fremen del norte del planeta en una valiente resistencia contra los Harkonnen. Atacan la producción de especia y esta se ve mermada. Después de un ataque de los Harkonnen a una gran base Fremen, deciden ir al sur del planeta donde tendrán un concilio con otros grupos Fremen. Ahí se organiza un contraataque. Le mandan un mensaje al emperador anunciando que Paul Artreides (Muad’Dib) está vivo y el primero manda a los viles Sardukar a atacar Arrakis. Al final se libra una gran batalla entre las tropas Sardukar-Harkonnen y los Fremen en la que ganan los últimos. El barón Vladimir Harknonnen cae a manos de Paul. Así también como Feyd Rautha, en una batalla con cuchillos, lo que representa la caída de la casa Harkonnen. Habrá quien llore la caída de la casa Harkonnen: el barón, Feyd Rautha y Rabban, pero sabemos que su fama de sanguinarios no les ha dejado muchos adeptos. Uno no puede sino celebrar la muerte del barón, después de haber dejado por muerta a la casa Atreides.

Paul se declara entonces emperador: tomará a la princesa Irulan por esposa. Chani por su parte, se va decepcionada. Las otras casas no aceptan el cambio político por lo que el peor miedo de Paul se hace realidad: empieza una guerra a nivel galáctico.

En general Dune es una gran historia de aventura y autodescubrimiento en el que Paul tiene que aceptarse como lo que se le llama a ser: un líder que llevará a su pueblo a una nueva era de prosperidad. Tiene que abrirse camino por senderos ideológicos que no le son familiares para poder lograr sus objetivos. Pero esta entrega total a su destino le recompensará grandemente, pues llegará a no solo recuperar lo que le fue quitado por la fuerza, su ducado, sino que llegará hasta ser emperador. Sin embargo, el camino será difícil, ya que al final las grandes casas no aceptarán este hecho, dejando un arduo camino por delante…


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