Politeísmo Ilustrado

Un post sobre religión y política, los temas que más pueden ofender en este bello mundo. ¿Qué puede salir mal? Advierto al lector que lo que sigue solamente es mi opinión. Además, no pretendo ser experto en los temas que se exponen en este post.

En el mundo actual es común la separación entre iglesia y estado. En México, al menos, tenemos esa concepción desde el siglo XIX, lo cual, por cierto costó la guerra de reforma. Aunque no se de siempre de manera tan clara, se pueden ver los beneficios de un estado laico: se permiten las religiones que se deseen, impera dentro de las decisiones del estado un espíritu de racionalidad y de eficiencia sin compromisos con las iglesias.

En las democracias liberales occidentales al estar separadas de la religión, ésta última se vuelve un tema de decisión personal de los ciudadanos. Ya que la religión no es vital en el funcionamiento del estado puede que a mucha gente le lleve a pensar que la religión es cosa del pasado, algo que puede obviarse, incluso para algunos debe obviarse. Sin embargo, aunque a los detractores no les parezca así, la religión es una enfermedad que resiste al antibiótico de la ciencia y de la cultura. Tiene una musicalidad y una sabiduría que saben llegar al corazón de muchas personas. Es parte también de la identidad de pueblos desde hace miles de años. Posiblemente el problema es que produce seres epistemológicamente ‘distraídos’, por llamarlos de alguna forma.

Y es que las religiones suelen estar compuestas por discursos sobre el mundo con limitada base empírica. Una especie de discurso que se basa en hechos mágicos del mundo. ¿Es posible un pensamiento sin religiones?, ¿Es posible pensar de manera post-metafísica? En este campo tenemos a Habermas, a quien desconozco más a fondo, así que callaré al respecto. Aún así, el mundo sigue siendo un lugar de fe. La religión nos sigue hablando y sigue teniendo poder sobre las personas.

Ahora bien, ya que existen estos discursos y no se van a ir, uno puede hacerse preguntas prácticas. En este blog nos gusta la democracia y nos gusta la libertad. ¿Porqué nos gusta la democracia? A fin de cuentas, “es el peor sistema que hay, excepto por todos los demás”, como decía Churchill. La respuesta es que la soberanía es del ciudadano, éste tiene una pequeña parte de poder general y, en principio, su voz debe ser escuchada. Nos gusta la democracia porque es el sistema político más afín a la libertad. Palabra complicada, libertad. La libertad, claro está, es siempre relativa y siempre limitada en su alcance. Pero para ejercer la libertad, el humano necesita algo de soberanía. Sin poder, no hay acción posible, en donde se expresa la libertad. Por ejemplo, cualquiera es libre de decidir el estilo de café que prefiera comprar: espresso, americano, capuccino o algún invento modernista con exceso de azúcar, en el que el café sufre alguna impiedad. Sin embargo, el que adquiere el café debe tener el poder de adquirirlo, o poder adquisitivo, así llamado con justicia.

Los problemas surgen cuando las libertades entran en choque unas con otras, pues está inscrita en la acción de las personas. Justo porque no hay libertad sin acción, la acción, que a priori no tiene significado, está en un universo absurdo o ridículo incluso, puede actuar en contra de la libertad de alguien más.

Tenemos entonces dos pilares de las sociedades modernas: la democracia y las religiones. Cabe entonces preguntarse: ¿Cuál es la religión más acorde a la democracia? El estado moderno es laico, es decir, sin religión, por lo que parece indicar que la religión más acorde a las democracias contemporáneas sea el ateísmo o agnosticismo. Pero, en primer lugar, como hemos visto, la religión es una enfermedad persistente y posiblemente nunca abandone al ser humano. En segundo lugar, observe la siguiente fotografía mía con dos famosos profetas del ateísmo: Marx y Engels, así de gris y aburrido es el mundo que presenta esta perspectiva.

EMV con Marx y Engels.

Intentaré entonces esbozar la teoría de que el tipo de religión más afín a la democracia es el politeísmo. La creencia efectiva de que existen varios dioses.

Dioses personificados

Supongamos primero, que los distintos dioses son entes independientes entre sí. Suponemos que cada dios representa una facción concreta de la realidad que atañe al humano: dios del maíz, dios del trueno, dios de la lluvia, un dios violento, una diosa de la fertilidad, una diosa de la sabiduría etc. Ahora bien, cuando un hecho concreto del mundo acaece, dependiendo de su magnitud, concierne a uno o a varios dioses. Para resolver un hecho, se tomará en consideración de los dioses pertinentes. Dichas facciones, en ocaciones se impondrán unos a otros, unas veces llegarán a acuerdos otras habrá diferencias irreconciliables etc. El punto relevante aquí es que son entes con libertad que abogan cada uno por un aspecto que más representa de la realidad. Dicho diálogo, que muchas veces devendrá en una cacofonía ensordecedora, se parece, al diálogo multicanal que nutren a las democracias. Así pues, en una democracia hay pasiones dentro del pueblo, que se representan por grupos de mentalidad afín.

Un Dios de varias caras

Podríamos, por otro lado, pensar en un solo Dios soberano. Pero dicho dios tiene, por ser un ser, una sola visión, que puede ser omniciente. Sin embargo, su representante (humano) en el mundo tiene una visión limitada y finita. Al ser un representante finito, sólo podrá expresar una posición, la interpretada por el humano en cuestión. La visión omnisciente de dicho Dios nunca va a poder expresarse en el mundo porque se expresa por medio de seres de visión parcial. Entonces, un monoteísmo no entra en conflicto con varias facciones, porque tiene una sola facción. No es, entonces la religión más afín a la democracia. Más afín, parece, un absolutismo.

Ahora bien, una de las bases de religiones monoteístas es hacer la afirmación de que solo un Dios existe, o que, más precisamente, no se alaban a otros dioses. ¿Cómo reconciliar dicha visión con un politeísmo? Con un Dios de varias caras. Dicha visión tiene precedente, por ejemplo Brahma, el dios creador que tiene 3 caras, como en la imagen.

Estatua de Brahma en la cima de una colina en el templo budista Chiang Mai, Tailandia.

Incluso, en la cultura popular, la banda de rock progresivo Tool tiene ilustraciones que hacen referencia a deidades de varias caras.

Ilustración del álbum ‘10,000 days’ por la banda Tool.

Otra manifestación es la de la trinidad cristiana un mismo Dios es el padre, el hijo y el espíritu santo. Incluso cuando se confrontaron los evangelizadores con la cosmovisión Maya se puso en duda si no se les presentó el mismo Dios cristiano a los Mayas. Dicho hecho trata de aclararlo el recopilador del Popol Vuh en la introducción. Ciertamente dicho libro es posterior a la conquista, pero el hecho es que hay similitudes.

¿Cómo puede un Dios tener varias caras? Por el hecho de que se revela a personas con distinto trasfondo y formas de ver el mundo. La revelación del Dios que controla todo y conoce todo, sólo puede ser parcial. Además de eso, a pesar de que un profeta tenga una visión total de un Dios universal, el profeta, siendo humano, está limitado por su lenguaje. Así pues, el profeta ve solamente una ‘cara’ del Dios total. Entonces, en la práctica, tendremos varios dioses, cada uno representando una cara del Dios global. Por lo tanto, de manera efectiva, un politeísmo.

Creo que un politeísmo no es ajeno a la ciencia y a la cultura, ya que no es ajeno a quehaceres humanos. Sobre todo, no es ajeno a las artes y a modos de vida liberales.


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